AL QUE CREIA QUE LA VIDA ES SOLO UN MOMENTO
Hay veces que en mi mente rondan los pensamientos ajenos, y un trinar de violines me advierte sombras en la pared, la figura silente de tu piel se acerca y me hace estremecer de una manera insana, me vuelven los pensamientos de tardes lejanas hoy ya no tan mías, me vuelven tus ojos y tu forma irradiante de mirar, hay veces que en mi enajenada mente apareces tu y me doy cuenta del vacío existencial al que caí por esperarte. Se dibujan en mi pared los recuerdos y mi voz quiere cantar, no logro entender hasta cuando te he de esperar mujer que estuviste allí, una vez cuando yo me fui, se van desprendiendo de mis labios un serpenteante sabor que atisba tu nombre y tu figura otra vez vuelve a delatar mi desesperada forma de ser y de existir, me toco el rostro en señal de preocupación y su oxidar forma que tiene el tiempo recurre a mi cuenta los años que perdí esperando ver juntar el ocaso con tu dulce amanecer, el tiempo que perdí parado en el balcón de tus sueños, cuando fosforecía la luna en las noches que tu nunca me regalaste y que yo cargue como la cruz negra de un pecado que yo nunca cometí, como un puerto de nombre huacho que se pone triste cuando llega la tarde, y en la noche tu me miras desde el cielo con tus estrellas que titilan de cien en cien, de mil en mil, y de cada vez que pululo por las mismas calles que felices caminamos muy tomados de los labios, que sombría forma de vivir y que bohémica forma de querer morir en la espera de ese silencio que me dijo que sí.
La palabra temblor me dibuja tu sombra la cual yo abrazo con tanta desesperación y se remece en mi piel como la última noche que me regalaste, cuando tus labios me rosaban y tu cruz de brazos me crucificaba, mientras me retorcía en el dolor que nunca conocí, experimente sin quererlo lo mucho que duelen las caricias y los besos cuando sabes que serán los últimos que brotarán de un idilio pueril y de fantasía, qué tiempos aquellos cuando jugábamos a herirnos sabiéndonos el final, sabiendo que tu cuerpo termina allí donde comienza el mío, que tu alma empieza allí donde termina la mía, sabiendo que tu amor termina allí cuando el mío quiere volar como un ave recién liberada de las cadenas de la ingratitud, que tales tiempos cuando el vacio de la idea se tornaba en el más bello amor tibio y sereno, yo crucificado y tu desesperada conociendo un nuevo mundo, temblando, besando, descubriendo, en mi desnuda forma de hacerte sentir la contemplación de mis promesas de amor, descubriendo las regiones sin formas, sin sabores, sin olores, pero donde quedan ahora esas tardes, esas noches, ahora sin ayer y sin pasos en la arena, tristemente comprendo que hay cosas más profundas que las huellas en el mar, cicatrices sin hondo que me demuestran que fuiste real, mientras yo prefiero imaginar que fuiste un sueno burdo y cruel, metiéndome todos los días en la cabeza que no debo de dormir, por que el viento sopla hoy de tu lado en mi horizonte sin rumbo desde que ya no estás acá.
Pensare que fuiste una nube que paso sin dejar rastro, escondiendo la tormenta que dejaste a tu paso, mientras el alud de tus recuerdos me sofoca en las noches y la brusquedad de tus pasos me señala el camino, contando mi infortunio en bares, en plazas, en parques, en estúpidas formas de elucubrar sabiendo que ya nunca más vendrás, llorando este ser despedazado, esta mitad desconsolada, esta historia incompleta y sin final, pensare que fuiste semilla sin fruto, escondiendo mis fructíferas lágrimas que señalan el cauce de tu olvido, el recodo por el que trasuntan mis pensamientos y aquellas exaltaciones de impía forma de la vida ya sin ti, pensare que fuiste tiempo escondiendo que fuiste mi pasado, escondiendo que fuiste y eres, pensare que eres momento, mientras escondo tus tallos abrazados a mi cuello, torcidos sobre mi alma, y migraban mis anhelos a tus besos y yo otra vez volvía a ser el otoño girador de tu alma, pensare que fuiste rio, mientras escondo tu inmensidad, tu bravía forma de amar y tu beso enorme a mi sol, esconderé tu océano amor que siento y pensaré que eres rio.
Ya no hay mas, al tiempo juzgaré tu olvido y mi testaruda forma de pensarte, al tiempo reprimiré tu niñez y mi desidiosa forma de amarte, quien sabe si te ame tanto, lo único que puedo testiguar en esta tu noche, es que aún te pienso, ya no con el mismo dolor ni con la misma nostalgia, quizás sea el comienzo de mi olvido, pero también quizás seas el principio de un impenetrable sentimiento que no cae con la palabra temblor, que no sufre con la palabra desamor, que no llora con la palabra carrusel, pero que aún le duele el abrazar del mar y de sol…
CASTROMONTE RODRIGUEZ, CARLOS
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